«La diplomacia puede ser poesía; depende de cómo miremos al otro»
La escritora mexicana Laura Esquivel (Cuauhtémoc, Ciudad de México, 1950) es una de las invitadas de honor del XIX Festival Internacional de Poesía de Granada. La ahora embajadora de su país en Brasil tiene tras de sí el poso de la sabiduría de quien vivió mucho y desde muy joven. El cine, las letras y el compromiso social forman parte ineludible de su acervo vital.
–Ser hija de telegrafista, ¿le enseñó la importancia de la brevedad o la de la comunicación?
–Me enseñó que en la vida todo es vibración. Los mayas hablaban del concepto de ‘matriz resonante’, una matriz que, si sabemos escucharla, nos habla todo el tiempo. Siempre me maravilló la capacidad de ciertas personas para escuchar cosas que a otras le pasan desapercibidas. Es una pena que el oficio de telegrafistas y el de telefonistas haya desaparecido.
–Usted fue guionista de programas para niños. Qué pena que la televisión los trate como seres inferiores.
–En la Antigüedad, los niños entraban a los espectáculos a los que entraban los adultos. Fue la Modernidad la que definió qué era para niños y qué para adultos. Les hemos encasillado intelectualmente, despreciando su capacidad para entender el entorno que les rodea y lo que ocurre en él. Con el mundo de la razón, arruinamos su capacidad para innovar.
–En el teatro de la vida, ¿qué obra le gustaría representar?
–Una que pudiera mostrar una realidad en la que se pudiera trabajar por la dicha del otro, teniendo claro que el otro es uno mismo.
–¿Reconoce usted la televisión en la que trabajó?
–La televisión está en manos de los patrocinadores, que marcan los contenidos e impiden que se manifiesten a veces ideas complejas, y a veces una televisión cultural de calidad. Echo de menos esa televisión, mucho.
–En estos tiempos en que triunfa la comida preparada, ¿es más necesario que nunca volver los ojos a la cocina?
–Más que nunca. Una de las pocas circunstancias positivas que tuvo la pandemia fue poner el foco en el porqué antes lo que comíamos era nuestra medicina y ahora es nuestro veneno. Se avecina una crisis alimentaria global, y tenemos que volver los ojos no sólo hacia la cocina, sino hacia la agricultura.
–¿La diplomacia también es poesía?
–También, por qué no. La han convertido en otra cosa, pero la posibilidad de que lo sea existe. Depende de cómo miremos al otro.
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