Moisés Marín, una voz granadina en el Liceo

Moisés Marín, una voz granadina en el Liceo

Moisés Marín, en el escenario, en una de las escenas más dramáticas de su personaje. / ANTONI BOFILL

El cantante de La Zubia vuelve al escenario del teatro barcelonés para interpretar a Spoletta en ‘Tosca’ de Puccini, una de las grandes producciones de la temporada

El tenor granadino –de La Zubia, con ocho apellidos, como dice con humor– Moisés Marín, vuelve a pisar desde hoy y hasta el próximo 21 de enero, durante 13 funciones, las tablas del Liceo de Barcelona, en esta ocasión interpretando a Spoletta en la inmortal ‘Tosca’ de Giacomo Puccini. El artista dejó atrás sus estudios de Ingeniería de Caminos para emprender una carrera incierta, la de tenor en el mundo del ‘bel canto’, una decisión de la que no se arrepiente, y mucho menos ahora que su carrera está tomando un vuelo considerablemente alto y una velocidad de crucero.

«Este personaje supone afianzar la posición en la que me encuentro en el mundo de la ópera, sobre todo en nuestro país. He tenido la suerte de convertirme en un cantante habitual en todas las temporadas, gracias a la confianza que las direcciones artísticas de los teatros han depositado en mí», comenta el tenor. Marín observaba hace unos años con una sana envidia las agendas donde las fechas, para ajustarse, precisan de una primorosa labor de ‘encaje de bolillos’; ahora, la suya, se ha convertido en algo así. «Tengo proyectos a tres años vista, para poder acudir a todos los compromisos para los que me reclaman teatros como el Real, Les Arts de Valencia o este mismo Liceo. No puedo estar más contento», asegura.

Y no es para menos. Comenzó la temporada en La Coruña siendo el Pollione de ‘Norma’, papel masculino principal, y Trabucco en ‘La forza del destino’. Y luego, su versatilidad le hace transitar entre protagonistas y roles de soporte sin problemas. «Puccini exige no solo una gran precisión musical para sus cantantes, sino dotes interpretativas», comenta. Su agenda de este año incluye también actuaciones en Bilbao, será Melot en el ‘Tristán e Isolda’ de Valencia, y luego Pang en la ‘Turandot’ del Teatro Real.

Moisés Marín considera el Liceo y Barcelona como su segunda casa. «Aquí estoy viviendo desde que mi ‘peque’ tenía dos meses. Debuté en el Liceo en enero de 2019 siendo el Goro de ‘Madama Butterfly’, un papel que me metió de lleno en la dinámica actual. Y este es un gran teatro, donde nacieron a la lírica Carreras, Caballé o Aragall. El público es muy exigente, y la energía del escenario, muy especial».

Sacrificios

Llegar hasta este punto ha supuesto no pocos sacrificios para el tenor. «Tenía 22 años cuando me fui a Italia a formarme, sin conocer el idioma. Estar siempre fuera, para la pareja, la familia o los amigos, es bastante duro». Además, obviamente, debe mimar su herramienta de trabajo las 24 horas del día, ya que la lleva con él. «Tengo que cuidarme bastante; el mínimo resfriado se nota, y mucho. No somos supermanes, la voz es un instrumento muy delicado. No puedes comer lo que quieres, ni beber lo que quieres. Somos como deportistas de alto rendimiento».

El tenor, en el camerino del Liceo, con La Rambla como fondo. /

IDEAL

Va pasito a pasito. «Estas carreras que se cuecen a fuego lento son complejas. No puedes ser flor de un día. Y me gustaría seguir creciendo poco a poco; el físico y la voz van cambiando, y la naturaleza debe seguir su curso». No hay que olvidar que los cantantes de ópera, hoy, no solo deben cantar bien, sino saber idiomas y ser guapos para que las portadas de sus discos sean lucidas. «Mis compañeros dicen a veces que para ser cantante de ópera necesitas también la voz. Es decir, que a veces, se convierte en un aditamento más», asegura con humor.

En cuanto a su estilo, le gusta definirlo como «transversal», es decir, lejos de encasillamiento que puede suponer que le tilden de cómico, lírico o trágico, de gran des montajes o de música de cámara. «Utilizar registros distintos cada vez es lo que diferencia a un tenor de perfil muy definido de otros más versátiles. Me gusta, además, interpretar tanto comedias como dramas», afirma.

En el contexto español, Marín echa de menos que los artistas dominen el concepto de «mercado», algo que sí controlan los norteamericanos, por ejemplo. Y en el granadino, le da pena que la ciudad no cuente con espacios adaptados a la lírica, y una temporada estable. «Si no hay espacio, no hay temporada. Exportamos muchas voces por la cantidad de coros que tenemos, pero nos resta aún mucho camino por recorrer en este aspecto», dice.

Dejó los estudios de Ingeniería de Caminos para dedicarse a la ópera. Hoy construye en cada teatro sus personajes

Aunque dejó de lado sus estudios de ingeniería, en cierta medida, sigue aplicando lo aprendido al preparar cada papel. «Organizar el estudio con un año de antelación, el idioma, estudiar el periodo histórico, la plasmación intelectual de cada personaje, es una obra que construyes poco a poco. Para que el espectador se emocione con un papel, hay un trabajo detrás que es fascinante», comenta el tenor.

De Granada, lo echa de menos todo. «Un paseo al sol, unas tapitas, hablar con los amigos, estar con la familia… Mi vida está en Granada, pero por desgracia, mi trabajo no, así que cuando voy en Navidad o vacaciones trato de disfrutar al máximo con mi gente».

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